En estos días me comentaba una persona que había comenzado a quitarse el azúcar y que se sentía débil y mareada, como sin energía. Para que eso no suceda, lo más recomendable es quitar el azúcar, papelón y los alimentos que lo contienen, pero no los lácteos porque tienen lactosa (un tipo de azúcar), ni los vegetales porque tienen carbohidratos no almidonados y ni las frutas que tienen fructosa
Tampoco es recomendable suprimir ni ningún tipo de carbohidratos conocidos como cereales y farináceos: arroz, pasta, granos, harina de maíz, entre otros. No hay que quitarlos ni siquiera para bajar de peso, esto es algo que siempre le recalco a mis pacientes.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que si bien podemos comer azúcar, no se exceda el 10{c0cfe86cb0836aa7786c8bfa52b26d0d0eda80058191deb76f2a022e59b46e39} del requerimiento calórico diario. Es decir, perfectamente podrías comer todos los días un pequeño ponquecito en la tarde (tanto niños como adultos); tiene azúcar, pero el resto del día no tienes en tus comidas kétchup, cereales de caja, salsa barbecue, etc. Tienes una alimentación libre de azúcar añadida y una vez al día comes una porción pequeña de algo que tiene azúcar. Eso no está mal.
¿Por qué satanizar el azúcar blanca? Si se consume en su justa medida no hay ningún problema; el detalle está cuando en la mañana comes cereal de caja, a media mañana tomas avena con leche y azúcar, en la tarde comes torta y galletas. Si sumas todo eso, al final del día el consumo de azúcar es absurdamente alto, imposible que ingiriéndolo en esas cantidades no sea perjudicial. Trata de consumir alimentos naturales, frescos y preparaciones hechas por ti, que no tengan azúcar añadida. Por ejemplo, si haces una torta, puedes controlar la cantidad de azúcar que agregas
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Ariana Araujo Tovar
Nutricionista y creadora del Método COMA