Una de mis mejores amigas me escribía en estos días para preguntarme sobre la “dieta keto”; resumiéndoles el cuento, ella me decía que una de sus primas hizo esa dieta y le funcionó muy bien. Su prima le compartió el plan de alimentación y ella no podía creer lo que leía porque incluía muchísimas grasas. Al ver eso, su cerebro hizo corto circuito porque no entendía cómo se puede perder peso comiendo así.
¿Por qué comiendo alimentos ricos en grasas (y dañinas, de paso) bajas de peso?
Sencillo. Nuestro cerebro trabaja con azúcar y si no se la damos de ninguna fuente (porque, normalmente, este tipo de dietas suprime los lácteos, algunos vegetales, las frutas, cereales y carbohidratos), él tiene dos opciones para obtener esa energía que necesita para poder cumplir con sus necesidades básicas: utilizar una parte de esos aminoácidos que está en el músculo o la saca de la grasa que tiene en el cuerpo.
Al utilizar los aminoácidos de los músculos hay pérdida de masa muscular lo que, a largo plazo disminuye el metabolismo. Los aminoácidos se convierten en azúcar y esa azúcar la pasa al cerebro para alimentarlo. La grasa, en cambio, no se convierte en azúcar, sino que se convierte en cuerpos cetónicos que pueden romper la barrera hematoencefálica que tenemos en el cerebro para poder dar energía.
¿Qué tiene de malo?
Que incluye grasa muy dañina, así que si se trata de una persona con colesterol y/o triglicéridos altos o hipertensión, la torta y que no es sostenible en el tiempo porque a medida que tu cuerpo va gastando grasas, él te va a pedir azúcar, sobre todo al principio.
La teoría dice que si tú haces una dieta baja en carbohidratos o proteínas, por ejemplo, todas te llevan al mismo sitio. Al final, aunque veas que hay una pérdida de peso más rápida con la dieta keto, pierdes la misma cantidad de kilos que puedes perder con una dieta hipocalórica que tenga carbohidratos ¿Qué el proceso es más lento? Sí, pero lleva a la misma pérdida de peso
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Ariana Araujo Tovar
Nutricionista y creadora del Método COMA