La obesidad se ha convertido en un serio problema de salud pública, sobre todo cuando hablamos de niños. Las estadísticas mundiales muestran que en países industrializados (entre ellos Venezuela) alrededor de un 30{c0cfe86cb0836aa7786c8bfa52b26d0d0eda80058191deb76f2a022e59b46e39} de los escolares y adolescentes entre 6 y 19 años tienen algún grado de sobrepeso y evidencian hábitos alimentarios francamente inapropiados.
Las implicaciones a largo plazo de esta epidemia son extremadamente serias. Los niños obesos son mucho más propensos a convertirse en adultos obesos, por lo tanto tienen mayores posibilidades de sufrir ciertas enfermedades crónicas, tales como: diabetes (azúcar en la sangre elevada), hipertensión (tensión arterial elevada), dislipidemia (colesterol y triglicéridos altos), enfermedad cardiovascular y patologías del tracto gastrointestinal. Sin contar además con toda la afectación emocional que la obesidad trae consigo: niños de baja autoestima y sujetos a la burla por parte de sus pares, aislamiento social, entre otros.
Una alimentación inadecuada, rica en grasas saturadas, frituras y con alto contenido de azúcares y carbohidratos refinados así como baja en fibra, constituye el factor más importante para convertir a un niño sano en un niño obeso. Aunado a esto, nos encontramos con escolares y adolescentes cuya única actividad física se reduce a jugar fútbol en el Playstation, sin contar con tiempo alguno para el esparcimiento al aire libre o para realizar ejercicio físico programado.
Desde el hogar, muchas veces somos responsables de la creación de ambientes obesogénicos para nuestra familia, sobre todo cuando ponemos al alcance de sus manos productos alimenticios que no ofrecen ninguna calidad nutricional. Permitimos que los niños vean televisión o jueguen videojuegos por tiempo ilimitado y no promovemos la práctica de alguna actividad física. Vale la pena concientizar que la alimentación de nuestros hijos será reflejo de la de sus padres, por lo que el buen ejemplo de alimentación saludable es vital para que ellos aprendan a hacer elecciones nutricionalmente correctas. Del mismo modo, si los niños observan que sus padres hacen actividad física será más fácil lograr que ellos también la practiquen.
El Comité de Expertos de la Asociación Americana de Medicina Familiar (AAFP) sugiere a los padres algunas recomendaciones para prevenir la Obesidad Infantil, entre ellas tenemos:
- Limitar el consumo de bebidas azucaradas (jugos envasados, refrescos, maltas, nestea, etc.)
- Comer cinco o más raciones de frutas y vegetales diariamente.
- Limitar el uso de la televisión a 1 o 2 horas al día en niños a partir de los 5 años de edad.
- Sacar la TV y la computadora del cuarto de los niños (se ha reportado que los niños que tienen ambos artefactos dentro de su cuarto son más propensos a ser obesos)
- Desayunar diariamente
- Limitar las comidas fuera de casa, especialmente en los establecimientos de comida rápida.
- Promover la comida en familia.
- Controlar el tamaño de las raciones servidas.
- Realizar alguna actividad física de moderada intensidad por un período mínimo de 60 min.
El cumplimiento de estas recomendaciones debe convertirse en un desafío para aquellos padres que queremos un futuro promisorio para nuestros hijos, lleno de oportunidades y sobre todo libre de enfermedades.
Por: Lic. Ana D´Escrivan.
Especialista en Nutrición Clínica.